Los científicos al fin revelan qué era el monstruo de Tully
A más de 60 años de su descubrimiento, el extraño fósil del estado de Illinois –un “monstruo” de cuerpo blando que nadaba en los ríos hace más de 300 millones de años- ha sido identificado como un vertebrado, lo que coloca al raro animal entre los miembros más primitivos de un grupo que, eventualmente, se ramificó en los vertebrados modernos, incluidos los peces, las aves, los reptiles… y nosotros.
Es difícil describir a este ser de aspecto surrealista, llamado Tullimonstrum gregarium o monstruo de Tully.
“Parece un alienígena”, dice Victoria McCoy, de la Universidad de Leicester, quien escribió un estudio durante su estancia en Yale.
El análisis de McCoy de más de mil fósiles de monstruos de Tully, publicado el 16 de marzo en Nature, revela que el animal era un vertebrado y tenía una médula espinal primitiva.
La noticia impactó a los paleontólogos quienes, durante décadas, se preguntaron en que parte del árbol de la vida debían colocar al monstruo de Tully, si bien la mayoría pensaba que era un invertebrado, posiblemente una versión arcaica de un gusano, artrópodo, o molusco.
El legado de un aficionado
El monstruo de Tully ha sido un misterio desde que el fontanero Francis Tully lo descubrió en un yacimiento de fósiles llamado formación Mazon Creek, en 1955, mientras registraba una pila de desechos de una mina de carbón.
Tully topó con un fósil que se parecía a nada que hubiera visto jamás: un animal con una cola con forma de pala, hocico como trompa que terminaba en una pinza, y ojos situados en los extremos de una barra rígida. “Ningún libro lo tenía –recordó Tully en una entrevista de 1987-. Jamás lo había visto en los museos o en clubes de rocas. Así que lo llevé al Museo Field de Chicago para ver si podían averiguar qué demonios era”.
Los paleontólogos del Museo Field quedaron igual de desconcertados. “Nadie reconoció al animal –escribió el paleontólogo del personal Eugene Richardson, en 1966-. Ni siquiera podíamos decidir a qué filo asignarlo, y esa era una cuestión grave y embarazosa”.
Encuentran la columna vertebral
Pese a su título oficial, el monstruo de Tully siguió evadiendo la descripción.
Para poner fin a la interrogante, McCoy se asoció con el Museo Field, a principios de octubre de 2014, para revisar miles de fósiles del monstruo, los que casualmente el museo había empezado a digitalizar.
De inmediato, la atención del equipo se centró en una banda de color claro que se extendía de la trompa a la punta de la cola.
Descripciones previas habían identificado la banda como el aparato digestivo. Sin embargo, varios fósiles revelaron que la banda presentaba los rasgos característicos de un notocordio, tubo flexible que rodeaba la médula espinal de algunos vertebrados primitivos.
Un sueño hecho realidad
Desentrañar la identidad del monstruo de Tully ha sido un sueño hecho realidad para muchos autores del estudio, quienes trabaron contacto con el animal al inicio de sus carreras como un ejemplo de los misterios sin respuesta de la paleontología.
“Ha sido fabuloso”, dice Scott Lidgard del Museo Field, uno de los coautores del estudio.
Paul Mayer, colega de Lidgard en el Museo Field y otro coautor, incluso hizo un viaje de campo temático sobre el monstruo de Tully cuando estaba en la universidad, en un intento fallido de buscar sus propios fósiles del animal.
No obstante, el trabajo de los investigadores no ha terminado. Ahora enfrentan la tarea trascendental de averiguar de qué manera se movía, comía, y navegaba su ambiente.
“Sería fascinante observarlo nadar –dice Mayer-. ¿Cómo obtenía el sustento un monstruo de Tully? No lo sabemos”.
De cualquier forma, el estudio esclarece uno de los casos no resueltos más famosos de la paleontología, y seguramente cambiará las clases de civismo de Illinois para siempre.
Fuentes: http://www.ngenespanol.com