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Prípiat la ciudad fantasma de Chernóbil, ¿qué sucedió?


Prípiat es una ciudad fantasma, y el vacío que la asola desde hace tres décadas, un monumento a las víctimas del mayor desastre nuclear de la historia. En la tarde del 27 de abril de 1986 las autoridades ucranianas montaron un dispositivo de evacuación urgente; a sus desorientados habitantes no se les permitió llevar consigo más que los efectos personales más imprescindibles.

La versión oficial decía que volverían en tres días a sus hogares, pero en realidad ya se sabía que Prípiat no volvería a ser habitable hasta dentro de varios cientos o miles de años. A esas alturas la exposición de los lugareños a la radiación ya los había marcado de por vida. El gobierno había perdido horas valiosas para evitar una lenta tragedia. Prípiat era una ciudad ‘nuclear’, nacida en los 70 al abrigo de Chernóbil, para dar alojamiento a los trabajadores de las instalaciones de la planta. Era una ciudad próspera en la que se paró definitivamente el tiempo a la 1:24 de la madrugada del 26 de abril, en el transcurso de una prueba destinada a incrementar la seguridad en el reactor 4.

Pero nada salió bien, y debido a un sobrecalentamiento del núcleo se produjo una violenta explosión que destruyó el techo de hormigón del reactor. Cinco segundos después una segunda detonación provocó una enorme fuga de radiactividad, que provocó la muerte inmediata de 31 personas, la evacuación de 120,000 y una nube radiactiva que se extendió por todo el viejo continente.

Se estableció la llamada Zona de Exclusión, con un radio de 30 km, a la que nadie podía acceder sin autorización. Inmediatamente más de medio millón de ‘liquidadores’ (bomberos y voluntarios, fundamentalmente) se jugaron la vida, exponiéndose a altísimas dosis de radiación, en un intento de disminuir la magnitud del desastre.

Con el fin de aislar el reactor 4 y poner freno a la fuga radiactiva se construyó un enorme sarcófago de hormigón (ya obsoleto, de hecho se trabaja actualmente en la construcción de uno nuevo, íntegramente fabricado en metal), que limitó los daños pero no evitó que Chernóbil pasara a la historia como el peor desastre nuclear.

Hoy sabemos que la cantidad de material radiactivo expulsado a la atmósfera desde el reactor 4 fue 500 veces superior al liberado por la bomba de Hiroshima. Hasta 2006 había fallecido una sexta parte de los liquidadores que participaron en las tareas de limpieza, pero esa cifra es apenas la punta del iceberg. Sólo en Ucrania se estima, según datos del Ministerio de Sanidad del país, que más de 2.4 millones de personas han sufrido y sufren problemas de salud derivados de la catástrofe de Chernóbil. La organización Greenpeace, por su parte, sostiene que sólo en el periodo de 10 años entre 1994 y 2004 se registraron más de 200,000 muertes por esta misma causa, a las que habrá que sumar 270,000 pacientes de tumores de diversa índole (dejando las malformaciones a un lado) en los próximos años, como consecuencia a largo plazo de la exposición a la radiación de la central ucraniana.

Investigadores han abordado las consecuencias de estas actividades en la vida silvestre: la explosión del reactor de Chernóbil, en Ucrania, por ejemplo, arrojó a la atmósfera 200 toneladas de radiación que mataron a millones de seres vivos. Los gases contaminaron el bosque de pinos localizado en las inmediaciones de la planta –el conocido ‘Bosque Rojo’, debido al color que adquirió tras absorber la radiación– y formaron un perímetro de más de 30 km2 de área afectada. Algunos estudios alertan sobre la mutación y enfermedades de las especies que habitan ahí, así como la marcada disminución de su esperanza de vida y problemas de procreación. A 30 años de distancia, la zona sigue siendo peligrosa para la vida y sólo se permiten visitas cortas.

Hasta hoy no se sabe a ciencia cierta si el problema se debió a un error humano, a una falla del reactor o a una combinación de ambos. En ese tiempo Ucrania pertenecía a la Unión Soviética, país que mantuvo en secreto los detalles sobre el origen del accidente. Pero la dimensión del desastre fue tan grande que estaciones de monitoreo en Suecia y Finlandia captaron niveles anormales de radiactividad en el aire y dieron una alerta mundial.

Prueba trágica

  • El problema comenzó durante una prueba de rutina, en la que los técnicos querían simular un apagón en la red eléctrica principal de la planta para ver cuánto tiempo tardaba en activarse la red de emergencia, impulsada por diesel.

  • Por una falla en el mecanismo o por error humano, el sistema de refrigeración del núcleo del reactor – donde se realizan las fisiones atómicas– dejó de funcionar cuando la red eléctrica fue desconectada. Esto generó un súper enriquecimiento del núcleo, que alcanzó temperaturas por encima de los 2,000 °C.

  • El calor excesivo generó una explosión de vapor tan violenta que destruyó el techo del reactor –que pesaba más de mil toneladas–. El incendio que la explosión provocó, lanzó grandes cantidades de material radiactivo a la atmósfera. La tragedia había comenzado.

Fuentes: http://www.muyinteresante.com.mx/


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